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Jue, Abr

Lecciones del coronavirus: los que buscan cumplir y los que les vale

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 *  El que se va cuidar lo hará aunque el nivel de contagios sea bajo, y el que no, aunque el Covid-19 esté en lo más alto.

 

A eso de las 10 de la noche del viernes 29, una mujer y sus dos menores hijos revisaban bolsas de basura en la calle para encontrar plástico, cartón, adelantándose al camión recolector.

La imagen, muy fuerte, motivaba la reflexión de cómo repetir el Quédate en Casa por el coronavirus a quienes tienen que salir para subsistir, que no cuentan con un salario seguro, que trabajan de noche.

Unos minutos más tarde, la señora y sus hijos ya iban trepados en un singular vehículo: una motocicleta, manejada por el esposo, a la que se adaptó una caja para echar cuanto artículo de valía se encuentra en la calle. Es un trabajo en familia.

 

Antes de las siete de la mañana del mismo día, cuatro mujeres y un hombre se encuentran sentados a una mesa de concreto en un área verde, esperando la hora para ingresar a trabajar a un hospital. No hay “sana distancia”. De los cinco, sólo una mujer trae puesto un cubrebocas.

Pero la situación cambia al momento que arriban al nosocomio: para cumplir con la regla, todos se colocan la también llamada mascarilla.

Igual sucede con todos: si en prácticamente dos meses y medio hemos ido al banco o algún centro comercial, se debe entrar con cubrebocas, además de usar gel antibacterial.

Es decir, muchos estaríamos cumpliendo una regla pero porque se nos condiciona, no porque creamos en el coronavirus Covid-19. La enfermedad nos ha demostrado cómo podemos engañarnos nosotros mismos.

En cambio, también hay muchas personas que han cumplido con orientaciones de especialistas en salud sobre la importancia de guardar distancia, salir sólo por casos esenciales, o el constante lavado de manos. El cuidado de estas personas es vayan o no al banco u otra negociación, o si utilizan un camión de servicio público o si prefieren caminar.

 

A los gobernantes se les podría reprochar –igual, a los antecesores-, lo concerniente a la falta histórica de hospitales, de más trabajadores de la salud y equipamiento para ellos, de medicina, de ventiladores, de pruebas rápidas para detectar el Covid-19, pero, en cambio, habría que conceder que las medidas de distanciamiento se anunciaron mucho antes de que se incrementaran los casos, como ha ocurrido especialmente en las últimas semanas.

La propagación del coronavirus no es atribuible únicamente a las autoridades. Ha dependido en mucho del comportamiento de la sociedad. Pero, se insiste, no podemos poner en el mismo nivel del Quédate en Casa al que tiene asegurado un sueldo, frente al que no. Hay una exigencia mayor para los primeros.

Por información no ha quedado: son meses donde el tema central en el mundo es este virus.

Mención aparte la del presidente Andrés Manuel López Obrador. Fue de los últimos en acatar el Quédate en Casa y, ahora, ya tenía días con la urgencia de volver a sus giras. Por más que hable de una sana distancia, un presidente mueve a muchos.

 

A prácticamente dos meses y medio de que el país se paralizó, y que ahora busca recuperar paulatinamente su actividad, queda claro que, para la inmensa mayoría, lo menos es si estamos en momentos de intenso contagio por el coronavirus.

No han faltado voces orientando que la reanudación debió esperar unos días, porque se está en lo alto de los contagios.

El que se va cuidar lo hará aunque el nivel de propagación sea bajo, y el que no, aunque el Covid-19 esté en lo más alto. Incluso, pese a que conozcamos a alguien que padeció la enfermedad y, además, informados de las más de 10 mil muertes en el país, y en Nayarit por arriba de 60.

Así mañana se reanudaran al 100 por ciento los trabajos en el país, o si se paralizaran de nuevo, la actitud individual no cambiará: unos pondrán de su parte, y a otros simplemente les valdrá.

Mientras tanto, los restaurantes han abierto con disposiciones para no tener cupo lleno. Se han colocado anuncios de “fuera de servicio” en diversas mesas.

 

El coronavirus nos ha dado lecciones tan simples como aprender a lavarnos las manos y la importancia de hacerlo constantemente. Es un asunto de higiene y buenos hábitos.

Resultaría increíble que si un día termina el Covid-19 olvidemos el aprendizaje y volvamos a ser los cochinos de siempre.

A estas alturas, muchas personas, especialmente las que han tomado mayor conciencia de la pandemia, habrán entendido el riesgo que significa la obesidad, que puede animar la hipertensión y la diabetes, factores de mayor riesgo por el coronavirus.

Así pues, la lección de la pandemia histórica está dada y cada quien asumirá si la toma: a los hijos hay que motivarlos a hacer ejercicio, a comer lo más sano posible, y que tengan los mejores hábitos de higiene. La obesidad hay que disminuirla, de tal forma que cuando padezcamos coronavirus o dengue u otra enfermedad, nuestros cuerpos tengan una mayor resistencia.

(Foto: Tribunal Superior de Justicia)

* Se pide a medios de comunicación NO plagiar las notas de Relatos Nayarit. 

 

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