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Jue, May

Ministra, resista

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* El embate mayor, la joya de la corona es la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y su ministra presidenta Norma Lucía Piña Hernández, titular del Poder Judicial Federal.

 

A poco más de cinco meses de que Andrés Manuel López Obrador deje la Presidencia de México, resulta imposible ubicarlo como un personaje neutral en la campaña presidencial que libran especialmente Claudia Sheinbaum Pardo (MORENA, Verde, PT) y Xóchitl Gálvez Ruiz (PAN, PRI, PRD).

Como ha sido durante su mandato, el presidente busca ser el centro de todo, de marcar la agenda política de lo que debe hablarse y facilitar el camino a su candidata Claudia.

Uno de los aspectos que más identifican a López Obrador es la facilidad que tiene para generar confrontación: los que creen ciegamente en lo que dice, o bien quienes rechazan sus palabras. Ni hechos tan obvios como el daño en las cuevas de la selva para la construcción del Tren Maya generan consenso.

Todo lo que se resiste a la visión de López Obrador provoca sus ataques, como en su momento ocurrió con Lorenzo Córdova mientras estuvo al frente del Instituto Nacional Electoral (INE), pero no ahora, con Guadalupe Taddei al frente del citado Instituto, más domesticado.

No. El embate mayor, la joya de la corona es la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y su ministra presidenta Norma Lucía Piña Hernández, titular del Poder Judicial Federal.

Los elogios con que Andrés Manuel López Obrador ha llenado al ministro en retiro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea –antecesor de Norma Piña y ahora en el equipo de Sheinbaum- acreditan la vergonzosa sumisión de Zaldívar y, en cambio, los ataques a Piña son prueba de su resistencia frente al poder presidencial.

Para los contrarios a López Obrador y también para sus fieles seguidores; es decir, para todo México, resulta crucial que la ministra Piña Hernández y la Suprema Corte resistan a los ataques, que no se doblen, pues de lo contrario el país quedaría a merced de la visión única del presidente que, como ha quedado demostrado, tiene una manera de concentrar todo en él. Y de sobra se conoce en el mundo que la concentración de los poderes en una persona no es lo mejor, pues se va encaminando a la dictadura.

La Suprema Corte seguirá, por más tiempo, siendo blanco predilecto de López Obrador, con la intención de debilitarla y que no eche abajo las iniciativas que son aprobadas por mayoría en la Cámara de Diputados y el Senado de la República.

Entonces más que nunca se necesita que las personas salgan a votar el dos de junio y que Claudia y Xóchitl, cualquiera que resulte ganadora, no tengan mayoría absoluta de fieles en la Cámara de Diputados y el Senado, sino un equilibrio de fuerzas políticas.

Porque aunque López Obrador cederá la banda presidencial el uno de octubre y ha dicho que se irá a vivir a su rancho, lo más probable es que hará cuánto sea posible para seguir vigente, ni que decir a través de Sheinbaum, quien para legitimarse y marcar distancia de Andrés Manuel tendría que aplicar lo que en su momento hizo el presidente Ernesto Zedillo Ponce de León con su antecesor Carlos Salinas de Gortari, al llevar a prisión al hermano de éste, Raúl Salinas.

Por ese lado, López Obrador tiene sobrados candidatos para calentar celda: sus hermanos y sus hijos involucrados en probables actos de corrupción.

No debe pasarse por alto que la Cámara de Diputados y el Senado serán renovados cuando López Obrador aún sea presidente. Sobra imaginar lo que haría teniendo un dominio en ambas cámaras: la división de poderes estaría en peligro.

Resistan ministros, pero sobre todo, ministra presidenta, resista.

 

 

 

 

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